miércoles, 3 de junio de 2015

Simulacros reales

¿Es importante realizar simulacros como acción formativa en los servicios de emergencias? ¿Tenemos que actuar en los simulacros como si de la realidad se tratase de principio a fin, o podemos prepararlos de antemano? ¿Debemos modificar el contenido de los vehículos sólo para un simulacro en concreto, o usar el material con el que realmente está equipado?

Los simulacros pueden tener varias funciones, pero la principal es la labor formativa práctica. A través de ellos aplicamos los protocolos y actuaciones al suceso simulado, semejante a una emergencia que podríamos encontrarnos en una situación real. Los simulacros pueden ser desde el comprobar accesos y tiempos de llegada desde nuestra base a un lugar crítico como una estación de tren o un aeropuerto, a grandes simulacros de catástrofes. Si llevamos a cabo periódicamente estas acciones formativas, ayudamos a reciclar los conocimientos, aumentar la capacidad de reacción y actuación ante sucesos reales similares, mejorando nuestro servicio público al ciudadano.

Simulacro Enfermería Universidad de Burgos. Imagen: PC Burgos.

Los simulacros de activación nos permiten calcular el tiempo de respuesta desde nuestra localización habitual hasta la infraestructura crítica (un Punto de Reunión de un aeropuerto por ejemplo), y también nos ayuda a conocer los puntos de acceso, estado de las vías (badenes, cruces con mucho tráfico, curvas peligrosas...), y demás elementos que nos pudiesen afectar a la hora de dar una respuesta rápida a la emergencia. Estos simulacros no son costosos ni conllevan excesivo tiempo, por lo que son aconsejables realizarlos con bastante frecuencia, intentando que se use para ello los vehículos y personal que acudiría a esa contingencia. No tiene sentido que en los simulacros participe una dotación que luego nunca iría a la emergencia por vivir lejos o no garantizar la llegada rápida a la base, ni hacerlo con un vehículo que nunca llevaríamos allí, porque el ir activado en vehículos en nuestro caso de logística, entre uno y otro puede haber mucha diferencia de conducción por tamaño, peso, y distribución de la carga.

Simulacro Enfermería UFV. Imagen: Universidad Francisco de Vitoria.

Como reciclaje, podemos realizar pequeños simulacros de la unidad, donde por ejemplo instalar todo el equipo completo de un vehículo en las instalaciones del servicio, para comprobar el tiempo de montaje de la infraestructura, o detectar dudas que pudiesen aparecer en los aspectos logísticos de una emergencia. Además los servicios preventivos nos ayudan a mantener un reciclaje sobre los equipos con los que se trabaja, no existiendo la presión de una emergencia real, especialmente en el aspecto del tiempo, lo que permite ver pormenorizadamente todo el material y fases de las instalaciones o desmontajes de los equipos. Además se pueden solventar las dudas según van surgiendo.

Dispositivo preventivo Final Copa del Rey. Imagen : DYA Bizkaya.

Los simulacros de AMV o Catástrofe nos ayudan a realizar nuestro trabajo en sincronía con el resto de unidades participantes, haciendo la parte en la que estamos especializados, pero con la exigencia de no interferir el trabajo de otros equipos intervinientes, buscando un lugar idóneo para instalar un Puesto Sanitario Avanzado o iluminando una amplia escena del suceso. Aunque este tipo de simulacros muchas veces va orientado a la formación en estudios universitarios o como exhibición, nos permiten ser tan realistas como nosotros veamos conveniente, lo que nos sirve para al menos reciclarnos y poder detectar fallos en nuestra parte de la intervención.

Simulacro #Madridsar2015. Imagen: Emergencias 112 Andalucía.

Es importante saber cual es el objetivo del simulacro. Si lo que queremos es practicar un despliegue masivo en el menor tiempo posible, es lógico que las semanas anteriores estemos preparando material en previsión de esa intervención, aunque en la realidad nunca sería así (no podemos saber cuando va a ocurrir un terremoto por ejemplo). En esos simulacros lo importante no es la intervención real en ese tiempo, sino el reciclaje y detección de fallos en las fases críticas, así como la actuación conjunta con otros servicios en un tiempo breve respecto a una emergencia real de esas magnitudes. Si queremos realizar un simulacro en el que actuemos fielmente a como actuaríamos a la realidad, es conveniente no preparar nada de antemano, actuar igual que si en ese momento nos llegase la emergencia, contando con el material que se encuentra en los vehículos o cargando los equipos preparados según como se tiene establecido, destinado principalmente a emergencias más breves en el tiempo (accidente de autobús, accidente aéreo...).

Despliegue Daimiel 2015. Imagen: Cruz Roja Sevilla.

Tenemos que buscar siempre la utilidad de los simulacros hacia la formación (que incluye reciclaje, adquisición de nuevos conocimientos, y detección de fallos). Aunque puedan ser entretenidos, o muy vistosos, nuestra máxima debe ser esa. Un aspecto importante es buscar la mayor realidad posible dentro de lo que buscamos. Hay que evitar desmontar equipos o vehículos habituales para adaptarlo solo a las necesidades de un simulacro, ya que aunque preparemos el material de antemano, debemos hacer las cosas como de verdad se harían en una emergencia real. Es más, incluso en formaciones o exposiciones tanto del servicio, como a otros servicios, deberíamos cumplir con ello, mostrando como de verdad actuaríamos o con que medios lo haríamos. Desgraciadamente muchas veces importa más la imagen que la formación, haciendo que el personal trabaje el doble para desmontar equipos habituales y preparar otros que nunca se usarían en esos vehículos en esas infraestructuras, causando además que los vehículos se encuentren inoperativos durante un tiempo mayor al de la acción formativa correspondiente. De esta forma la respuesta operativa, diseñada para abarcar casi cualquier situación, perdería completamente su eficiencia.

Muestra del equipamiento habitual del vehículo. Imagen: Cruz Roja Madrid.

La máxima de los simulacros es y debe ser siempre la formación, tanto para obtener nuevos conocimientos, como reciclaje y adaptación a circunstancias especiales, como la detección de fallos. Es por ello que es imprescindible que en los servicios de emergencia las unidades implicadas realicen periódicamente estos ejercicios. En función del aspecto que queremos practicar, tendremos o no preparación previa. Si queremos realizar el ejercicio fiel a la realidad, debemos evitar cualquier tipo de preparación, y actuar como en una emergencia real. Debemos evitar modificar el material habitual del vehículo, tanto por una falta de compromiso con la realidad al no usar para esas tareas esos equipos, como por el aspecto operativo, ya que por una formación o un simulacro nunca deberíamos dejar inoperativo un recurso.